No Dejando de Congregarnos

                      No Dejando de Congregarnos


    Recientemente tuve la bendición de vicitar a mis hermanos en Cristo de la ciudad de Matanzas, Cuba por segunda oportunidad. Estar con ellos me anima, ya que fielmente y en medio de circutancias desfavorables buscan estar en otros.  Además de sus reuniones dominicales, la congregación de Versalles tiene cultos diarios de oración y alabanza desde las 8:30 AM. Es hermoso y motivador ver la puntualidad de esta congregación en sus asambleas.  Algunos por falta de transporte público, caminan distancias largas con único fin de estar en compañia de sus hermanos para glorificar al Todopoderoso.

       Sin embargo, este caso no es común en muchos lugares. No cabe duda que nuestra sociedad se está volviendo cada día más individualista.  El desarrollo acelerado de la alta tecnología en los medios de comunicación ha hecho que el ser humano viva en un mundo más apartado de la sociedad.  Por ejemplo, hoy en día los niños que están viviendo en los Estados Unidos de América pasan aproximadamente entre 4 a 6 horas diarias al frente del televisor, descontándolos de la vida familiar y comunitaria.  El internet ha creado una nueva y peligrosa comunicación impersonal en nuestra sociedad.  Hoy se puede hacer todas las compras, hacer todos los pagos y hasta ''conocer'' a otras personas a través de este medio.

        Por otro lado, las exigencias económicas que están confrontando nuestras familias son una clara demostración de que las relaciones interpersonales vayan desapareciendo.  Entre 10 a 20 minutos al día las familias pueden estar juntas.  Y no se sabe si ese lapso de tiempo es lo que conocemos como ''tiempo de calidad''.  El trabajo cada día es más exigente y el tiempo que se puede pasar en comunidad se aminora.

         Hoy en día el Cristianismo está sufriendo los efectos de esta sociedad descomunicada en el aspecto personal.  Es muy común escucchar a la personas decir que no tienen necesidad de congregarse o de tener comunión con otros cristianos porque mantienen ''una relación personal con Dios''.  Es decir, que oran, cantan, y hasta meditan a solas con el Señor.  Tal práctica no es mala, lo incorrecto es querer remplazar el ejemplo bíblico que nos dejó nuestro Dios en cuanto a la importancia de tener momentos de adoración y comunión congregacional.

          La Escritura da un claro testimonio a todo fiel creyente en Dios en reunirse y congregarse.  Los siguientes textos animan e invitan al Pueblo de Dios en estar en constante comunión los unos con los otros.

           ''Yo me alegré con los que decían: A la casa de Jehová iremos'' (Salmos 122:1).

             ''¡Mirad cuán bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!...Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna'' (Salmo 133:1,3).

              ''Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que yo esté en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo'' (Salmo 27:5).

              ''Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.  Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos''  (Hechos 2:46,47).

               ''Y todos los días, en el templo y por las cosas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo'' (Hechos 5:42).

                La enseñanza del Señor es clara en cuanto a su voluntad. Él requiere que sus hijos obedientes el tener tiempos de adoración, comunión y bendición con sus hermanos en la fe. De esta manera se fortalecerán los vínculos de relación, amor, y amistad.  Asiste fielmente a las reuniones que la Iglesia del Señor en su localidad tiene, y llene su vida de tiempos de regocijo con la familia espiritual de Cristo.

                Recuerde nuevamente las palabras del escritor inspirado por el Espíritu de Dios cuando envía palabras de aliento a los Hebreos:

               ''No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbres sino exhortándonos; y tanto más cuando veis que aquel día se acerca'' (Hebreos 10:25). 



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