Fe

 


Fe 



El filósofo romano Lucio Séneca una vez declaró que “la lealtad constituye el bien más sagrado del corazón humano”. Tristemente, la tendencia liberal moderna es profanar todo lo que se llame sagrado. Por ejemplo, considere la institución sagrada del matrimonio. Hollywood hace burla del voto nupcial que declara, “Hasta que la muerte nos separe”. El divorcio es tan común en los Estados Unidos que en algunos estados iguala o supera el número de matrimonios.1 Lo cierto es que aunque la lealtad, o la fidelidad, sigue siendo el bien más sagrado del corazón humano, ahora se ha convertido en un bien devaluado. La gente ya no está tan dispuesta a invertir en la fidelidad—sea en la amistad, el trabajo, la familia o incluso el matrimonio. Y en el aspecto espiritual, la fidelidad a Dios está atravesando tiempos más difíciles. 


¿Qué es la fe? La palabra griega traducida “fe” en Gálatas 5:22 es pistis, y puede hacer referencia a la “convicción basada en lo oído” (cf. Romanos 10:17; Hebreos 11:1) o la “fidelidad”.2 Aunque la mayoría de comentaristas sugiere que es más probable que pistis en Gálatas 5:22 haga referencia a la “fidelidad” en vez que a la “fe”, no se debe excluir la importancia de la fe en Dios como una característica cristiana. De hecho, el escritor de Hebreos indicó que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (11:6). Jesús amonestó a Sus seguidores a tener “fe en Dios” (Marcos 11:22) y en Su cuidado (Mateo 6:30), elogió la fe de algunos que se acercaron a Él (Mateo 8:10; 15:28), reprendió la falta de fe de Sus discípulos (Mateo 8:26; 14:31; 16:8; Marcos 4:40) e incluso enfatizó el poder de la fe del tamaño de “un grano de mostaza” (Mateo 17:20; Lucas 17:6).


En cuanto a la fidelidad, no cabe duda que es una virtud cristiana deseable y necesaria. Y ciertamente, es muy probable que ésta sea la mejor traducción para pistis en Gálatas 5:22. Pero no se debe pasar por alto el hecho que la fidelidad está relacionada estrechamente a la fe. En la ausencia de la fe, no puede existir la fidelidad. A causa de su convicción firme y profunda (la fe) en Dios y en Su Palabra, el cristiano puede producir y la fe desarrollar una actitud perseverante, obediente y diligente (la fidelidad) ante Dios.


La fidelidad de Dios La Biblia revela claramente que Dios es fiel (cf. Deuteronomio 7:9; Isaías 49:7; 1 Corintios 10:13; 2 Corintios 1:18). Hace referencia al testimonio de Dios como “fiel” (Salmos 19:7), y a Sus mandamientos como “fieles” (Salmos 111:7). Dios tiene tal naturaleza fiel que Pablo escribió que si incluso le “fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13). La “infidelidad divina” es una imposibilidad absoluta; sería el rechazo de Dios de Su misma deidad. Desde luego, cuando se habla de la “fidelidad de Dios”, no se quiere dar a entender la fe, convicción o confianza que Dios tenga en alguien o algo. En cambio, se hace referencia a la característica divina que le hace un Dios veraz, honorable y digno de confianza. Dios demuestra Su fidelidad al hombre en diferentes maneras, incluyendo las siguientes: 1. En Sus promesas. Dios prometió nunca más castigar a la humanidad con un diluvio global (Génesis 9:9-16), y hasta ahora podemos ver la señal colorida de esa promesa en el cielo (Génesis 9:13). Prometió a Sara un hijo (Génesis 18:10), y Sara concibió “en el tiempo que Dios le había dicho” (Génesis 21:2). Nosotros, también, “[m]antengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23). 2. En las pruebas y tentaciones. El cristiano puede descansar seguro, sabiendo que “fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13; cf. 1 Pedro 4:19). 3. En el perdón. El perdón de pecados está ligado a la obediencia del hombre. Si obedecemos al Evangelio de Cristo, Dios promete que recibiremos el perdón de nuestros pecados (Hechos 2:38; 10:43). Una vez que llegamos al cristianismo, “[s]i confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).


La fidelidad del cristiano. Ya que Dios tiene una naturaleza fiel, el Hijo de Dios debe ser fiel hasta la muerte (Apocalipsis 2:10). Su fe o convicción en Dios y Sus promesas debe ser firme (cf. Hebreos 3:12) y debe generar fidelidad en cada aspecto de su vida. El cristiano debe mostrar fidelidad… 1. ante su prójimo. El mundo debe considerar a los cristianos como personas dignas de confianza. Los cristianos deben ser empleados fieles, que obedezcan con “temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón” (Efesios 6:5; cf. Colosenses 3:22). Deben ser amigos fieles (Proverbios 18:24; Juan 15:13). Y deben ser prójimos fieles de toda la raza humana (Lucas 10:30-37; Romanos 12:14-21). 2. ante su familia. Los cristianos deben ser esposos y esposas fieles (1 Corintios 7:2-5) que cultiven el amor y respeto mutuo (Efesios 5:22-33; Colosenses 3:18-19) y eviten el adulterio (Hebreos 13:4). Deben ser padres fieles que amen a sus hijos (Tito 2:4) y les críen “en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4; cf. Colosenses 3:21). Deben ser hijos fieles que amen, obedezcan (Efesios 6:1; Colosenses 3:20) y honren (Éxodo 20:12; Efesios 6:2) a sus padres. 3. ante Dios. Los cristianos han recibido una medida de la gracia de Dios que deben administrar y usar para Su gloria (Mateo 25:14-30; 1 Pedro 4:10); en este respecto, “se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2). Además, el cristiano debe ser fiel en la oración (1 Tesalonicenses 5:17), el estudio de la Palabra (Hechos 17:11), la comunión (Hebreos 10:25) y la evangelización (Mateo 28:19-20). Aunque nuestra sociedad moderna ha decidido devaluar la fidelidad, sin esta virtud perseverante y constante no podremos alcanzar el “premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14). El lamento de nuestro Señor todavía se aplica en el tiempo presente: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8).


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